Entre aguas turquesa y montañas cubiertas de vegetación, estas islas del Pacífico sur parecen sacadas de un sueño. Bungalows flotantes, playas de arena blanca, arrecifes llenos de vida y puestas de sol inolvidables definen un destino donde el tiempo se ralentiza y cada instante se convierte en un recuerdo imborrable.

En un rincón remoto del Pacífico, donde el clima parece siempre estar de buen humor, se despliega un paraíso hecho de lagunas turquesas, cumbres verdes y playas infinitas. En las Islas Sociedad, nombres como Bora Bora, Moorea, Huahine o Tahití evocan paisajes de ensueño, donde montañas volcánicas emergen sobre aguas transparentes y la vida discurre sin prisas. Las esculturas Tiki, figuras humanas talladas en piedra, salpican templos y caminos como testigos silenciosos de antiguas creencias. En Raiatea, el marae Taputapuatea —antiguo centro ceremonial— conecta con el alma de los primeros pueblos navegantes del Pacífico. Bajo la superficie, los arrecifes de coral revelan un mundo submarino rebosante de vida: el buceo y el submarinismo son aquí experiencias inolvidables, entre peces de mil colores, tiburones gráciles y jardines de coral que parecen flotar.

Más allá, las islas Tuamotu y el vasto archipiélago de las Marquesas ofrecen una belleza más salvaje: navegar en crucero entre estas tierras apartadas es explorar un universo de montañas abruptas, bahías escondidas y culturas que conservan su esencia. ¿Quién imaginaría que tanta belleza cabe en un puñado de islas?

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Entre mayo y octubre tiene lugar la estación seca en Polinesia, el mejor momento para conocer el archipiélago, con temperaturas cálidas y escasas precipitaciones.