Montañas majestuosas y bahías llenas de misterio enmarcan un país donde los mercados vibrantes y la naturaleza infinita se combinan con la cálida hospitalidad de su gente, creando una experiencia inolvidable y llena de vida en el alma del Sudeste Asiático.

Viajar a Vietnam es adentrarse en un país exótico y atractivo a más no poder: con una belleza natural impactante, una riqueza cultural de templos y pagodas gigantes, un patrimonio único, una gastronomía de primer nivel y la hospitalidad y espiritualidad de sus gentes, no tardarás en darte cuenta de que se trata de un destino adictivo.

Desde Hanói, con su embriagadora mezcla de historia y ambición por las calles de su casco antiguo, hasta el colorido pueblo de incienso de Quang Phu Cau, todo en el norte vibra entre historia y belleza.

El norte también regala experiencias inolvidables como el atardecer desde la cima de Mua Cave, los arrozales de Ninh Binh, o un paseo en barca entre los kársticos de Tam Coc – Bich Dong. Si buscas naturaleza en estado puro, la Reserva Natural de Pu Luong o las terrazas de arroz de Mu Cang Chai son el escenario perfecto para perderse haciendo senderismo, al igual que en Sapa, donde las tribus locales tiñen de tradición y color las montañas vietnamitas.

Navegar por el Delta del Mekong o por la legendaria Bahía de Halong, salpicada de islas que nacieron —según la leyenda— de las joyas que escupía un dragón bajado de los cielos, es una experiencia única de las que dejan huella. En el centro, Hue conserva la solemnidad de la antigua capital imperial, mientras que en Hoi An el tiempo se detiene entre farolillos y tradición. Y no muy lejos, el Golden Bridge de Da Nang parece flotar entre las montañas, regalando unas vistas difíciles de describir.

El Parque Nacional Phong Nha-Ke Bang, con colinas repletas de verde bosque pluvial y ríos de montaña que atraviesan cañones impresionantes, es uno de los parques nacionales más espectaculares y un paraíso para aventureros: podrás aventurarte en Hang Son Doong, la cueva más grande del mundo, lanzarte en tirolina, navegar en kayak por Hang Toi (cueva oscura) y admirar la belleza etérea de la cueva Paraíso, merecedora de su nombre.

En Dalat, la reina de las tierras altas del suroeste, grandes mansiones galas salpican los pinares en una ciudad rodeada por un bonito lago, con numerosas cascadas en sus inmediaciones.

Ho Chi Minh City, antigua Saigón, combina modernidad y una energía visceral que no deja a nadie indiferente; un vórtice emocional que hipnotiza con el estruendo de las motocicletas, una historia rica, comida deliciosa y una vida nocturna vibrante que sirve de modelo a todo Vietnam.
En el extremo suroeste, las idílicas islas tropicales de Phu Quoc y Con Dao, con playas que parecen haber sido sacadas de un sueño.

Y como broche de oro: la cocina vietnamita. No echarás nada de menos con sus crujientes rollitos, sus aromáticas sopas Pho Bo y un sinfín de sabores que harán que cada comida sea parte del viaje.

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Vietnam cuenta con un clima tropical que permite disfrutar de buenas temperaturas durante todo el año. Sin embargo, el mejor momento es entre enero y marzo. Aun así, conviene evitar temporadas de monzones y tifones, por lo tanto los meses ideales para viajar varían según la zona: Norte de Vietnam, entre noviembre y abril, con clima fresco y seco, aunque diciembre y enero pueden llegar a ser bastante fríos (sobre todo en la montaña); Centro de Vietnam, entre enero y mayo, con clima cálido pero agradable; Sur de Vietnam: entre noviembre y abril, con clima cálido y húmedo durante casi todo el año.