Tierra de historia sagrada y modernidad audaz, donde cada rincón guarda relatos que han marcado la humanidad, fusionando culturas y tradiciones en un paisaje lleno de significado.

Descubrir Israel es adentrarse en un país de contrastes cautivadores; cultura milenaria y tecnología puntera conviven con una emoción espiritual que impresiona desde el primer instante. Conocerás una tierra donde lo antiguo se funde con lo moderno, la religión siempre está presente y el eco de historias milenarias resuena mientras avanzas por avenidas llenas de vida.

Recorrerás ciudades sagradas como Jerusalén, respirando su aire cargado de fe mientras caminas por el Muro de las Lamentaciones, contemplas la Cúpula de la Roca y cruzas el umbral de la Basílica del Santo Sepulcro. También serás parte del bullicio de sus zocos y mercados tradicionales, como Machane Yehuda, donde colores, especias y calles vivas dibujan un collage imborrable.

Tel Aviv, vibrante y bañada por el Mediterráneo, despliega un rostro moderno donde edificios templarios y el puerto de Jaffa conviven en perfecta armonía con creatividad, innovación tecnológica y un inmejorable ambiente nocturno.

En la ciudad vieja de Belén descubrirás el lugar en el que los cristianos sitúan el nacimiento de Jesús y caminarás por las calles que rodean a la iglesia de la Natividad y la plaza del Pesebre. Mientras tanto, los jardines Bahai de Haifa regalan una expresión sublime de la búsqueda de la belleza en terrazas suspendidas sobre el mar.

El Mar Muerto te espera como un remanso mágico donde flotar se convierte en ritual, y Eilat, al sur, ofrece aguas cálidas y deportes acuáticos bajo cielos despejados.

Cesárea, con sus impresionantes ruinas romanas, frente al horizonte del Mediterráneo, hace que resulte fácil imaginar la vida aquí hace 2000 años, cuando la multitud rugía viendo luchar a los esclavos con fieras en el anfiteatro o el teatro acogía a los mejores talentos musicales del momento. Y como breve descanso tras una larga travesía por tierras de alma bíblica, qué mejor lugar que este, en los restos del gran puerto de Herodes ―construido para rivalizar con Alejandría―, ahora convertido en uno de los mejores sitios en Israel para comer o tomar una cerveza junto al mar.

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Entre marzo y junio, cuando las temperaturas son suaves y se pueden explorar cómodamente sus zonas más desérticas.