En Colombia la riqueza cultural se une a una naturaleza diversa y deslumbrante, con montañas, selvas y playas que forman un mosaico vivo de colores, tradiciones y sabores que encienden todos los sentidos.

Colombia te invita a recorrer una tierra llena de ritmos, colores, historias antiguas y biodiversidad sin igual. Es una de las perlas de Latinoamérica, donde la energía de su gente, el calor de su cultura y la belleza de sus paisajes te atrapan desde el primer paso. Sentir la sangre latina bombeando al bailar salsa entre sus calles y dejar que las callejuelas de la vieja ciudad amurallada de Cartagena de Indias te lleven a un mundo mágico —como si de una novela de Gabriel García Márquez se tratase— es solo el comienzo.

El país presume de una riqueza natural que muchos sueñan: Colombia es el segundo más rico en biodiversidad del mundo, hogar de ecosistemas que van desde selvas tropicales hasta páramos, desde una costa caribeña virgen a ruinas arqueológicas indescifrables. Puedes caminar hasta la Ciudad Perdida y descubrir vestigios ancestrales entre la selva, explorar la Catedral de Sal de Zipaquirá como un milagro subterráneo tallado en roca blanca brillante, sentir el pulmón de Latinoamérica en el Parque Nacional Tayrona y, si eres de los más valientes, sumergirte con tiburones martillo en la remota Isla de Malpelo.

Si buscas naturaleza que sacuda los sentidos, el Cañón del Chicamocha te envolverá con sus paredes gigantescas, revelando un paisaje de contrastes que termina en piscinas naturales inesperadas. En los caños de la Lindosa, podrás nadar y masajear tu espalda con el agua que cae suave y sedosa. Y no hay postal más perfecta que las aguas turquesas de Cayo Cangrejo, en ese pedacito del Caribe donde el snorkel descubre arrecifes de coral, peces de vivos colores y sonrisas que duran más que el sol.

Continúa el viaje en el trópico húmedo de Leticia, puerta de la Amazonía colombiana, donde los sonidos del bosque rivalizan con los cantos de los pájaros exóticos. Luego, los ojos se elevan sobre los picos del Parque Nacional Natural El Cocuy, donde atardeceres dorados incendian los cielos sobre glaciares y páramos majestuosos. Al norte, las dunas del desierto de la Guajira son un desierto no de silencio, sino de viento, latidos y miradas hacia el mar.

Las piedras precolombinas hablan aún en el arte gigantesco de San Agustín, estatuas antiguas que cuentan historias, rituales y mitos en uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del continente. Barichara, con su arquitectura colonial puesta entre montañas suaves, invita a caminar sin prisa. Y para los que aman la inmensidad del Pacífico, ver las ballenas en la costa occidental será de esas escenas que guardas para siempre.

Si hablamos de café, Colombia también es conocida por sus cafetales, y no hay mejor lugar para disfrutar de un buen café que en el Triángulo del Café, una región de verdes infinitos, haciendas tradicionales y caminos entre montañas que huelen a tierra húmeda y granos tostados.

Para cerrar con broche de oro, déjate envolver por los sabores de Colombia. Bogotá vibra con museos, sabores regionales y buena compañía. Grita con un acorde de cumbia o salsa, saborea arepas recién hechas, disfruta un café de altura y brinda con aguardiente o con un cóctel tropical.

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Entre diciembre y febrero, cuando los cielos se visten de un azul profundo y las temperaturas son muy agradables.