Donde el rugido de las cataratas se une al susurro de la selva, Zambia ofrece un destino único, donde la majestuosidad de la naturaleza y la vida salvaje se despliegan en un espectáculo impresionante, invitando a explorar sus paisajes vibrantes y llenos de vida.

Zambia, compuesta de paisajes majestuosos, fauna exuberante y experiencias que ofrecen una conexión profunda con la naturaleza, es un secreto bien guardado en el corazón del continente africano. Explorarla es dejarse llevar por el ritmo de sus ríos, la inmensidad de sus llanuras y la fuerza de sus leyendas.

Todo comienza en el Parque Nacional del Sur de Luangwa, cuna del safari a pie y uno de los santuarios de vida salvaje más prestigiosos de África. Sus ríos serpenteantes y llanuras abiertas acogen leopardos sigilosos, elefantes imponentes y cientos de aves exóticas que pintan el cielo al amanecer.

Siguiendo el curso del gran río Zambeze, la aventura fluye hasta el Parque Nacional del Bajo Zambeze, una de las principales zonas de avistamiento de fauna del país. Allí, en un entorno fluvial intacto, los safaris en canoa entre hipopótamos y cocodrilos ofrecen una perspectiva única, donde el silencio del agua contrasta con la vibrante vida salvaje de las orillas.

El viaje culmina en un estallido de fuerza natural: las Cataratas Victoria, una de las maravillas del planeta. El Zambeze se desploma con furia en una cortina de agua casi infinita. Desde un vuelo en helicóptero o asomándote a la mítica Piscina del Diablo, vivir este espectáculo es sentir cómo la tierra ruge bajo tus pies.

Pero Zambia no se detiene ahí. Más al oeste, el Parque Nacional Kafue, el más extenso de África, despliega un mosaico de llanuras y humedales donde grandes depredadores, antílopes y aves conviven en un equilibrio que parece detenido en el tiempo.

Y más allá de los grandes parques, Zambia guarda joyas que revelan su riqueza natural y cultural. El Lago Tanganica, profundo y cristalino, alberga el 15 % del agua dulce del planeta. El remoto Parque Nacional Liuwa Plain deslumbra con la migración de ñus y cielos infinitos.

Y en el norte, el místico Siwa Ng’andu, lago sagrado del pueblo Bemba, añade al viaje una dimensión espiritual y ancestral.

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Entre junio y septiembre, cuando las temperaturas son cálidas pero agradables y las precipitaciones escasas.