Un rincón del mundo donde el sol se refleja en aguas turquesas, las palmeras se mecen con la brisa y cada rincón es un refugio de paz, color y exotismo sin igual.

Mauricio no solo es una isla. Es una experiencia que combina naturaleza exuberante, cultura mestiza y paisajes que parecen sacados de un sueño. En la costa este, playas solitarias y de belleza conmovedora se extienden como alfombras blancas frente al Índico. El mar, sereno y cristalino, invita a la contemplación o al puro placer de caminar durante horas sin más compañía que el sonido del agua. Al oeste, el mundo submarino se revela con todo su esplendor: jardines de coral, peces multicolor y aguas cálidas hacen del buceo una auténtica inmersión sensorial.

En el corazón de la isla, el Parque Nacional de las Gargantas del Río Negro abre paso a bosques húmedos, miradores vertiginosos y senderos que serpentean entre cascadas y especies endémicas. En Chamarel, el pueblo de montaña más colorido, la Tierra de los Siete Colores despliega su arcoíris mineral, donde la arena parece pintada por la mano de un artista. Desde el cielo, muy cerca de esta zona, se aprecia una ilusión óptica asombrosa: una cascada submarina que parece caer al abismo desde las profundidades del océano. Muy cerca, el Jardín Botánico de Pamplemousses es un remanso donde los nenúfares gigantes flotan en silencio mientras las palmas de Ceilán esperan décadas para florecer.

Rodrigues, con su senda costera salpicada de acantilados, revela el lado más salvaje del archipiélago. Y en Île aux Aigrettes, la biodiversidad nativa sobrevive como en una cápsula del tiempo. El santuario de Ganga Talao, también conocido como Grand Bassin, el corazón espiritual de la isla, vibra con ofrendas, incienso y leyendas. Cuenta una leyenda hindú que Mauricio está conectada al Ganges por obra de Shiva, a través de canales subterráneos. Quizás por eso, cada templo vibra con algo más que fe: vibra con historia, raíces y alma.

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De abril a junio y de septiembre a diciembre, Mauricio disfruta de temperaturas suaves, baja humedad y paisajes en todo su esplendor, perfectos para recorrer la isla y relajarse en sus playas. La mejor época para la práctica de buceo es entre diciembre y marzo, cuando las aguas son más cálidas y con mayor visibilidad.