Un vasto territorio donde los paisajes naturales son protagonistas, con lagos de aguas cristalinas, bosques interminables y montañas imponentes, que se complementan con ciudades modernas y acogedoras.

Canadá es un lienzo inmenso de maravillas naturales y ciudades vibrantes que te esperan con los brazos abiertos: puede regalarte colosales montes, escarpadas costas, lagos de ensueño, resplandecientes glaciares y hasta fantasmagóricas selvas templadas, junto con trayectos por carretera en los que podrás avistar alces, osos y castores con el pulso acelerado.

Lugares remotos como el Parque Nacional Nahanni, accesibles sólo por mar o aire, te sumergen entre lo más salvaje del planeta. Para disfrutar sobre ruedas de sobrecogedoras vistas marinas y diversa fauna, la Cabot Trail es legendaria: sus 300 km serpentean ascendiendo por montañas costeras, mientras ballenas saltarinas rompen el horizonte y alces pastan en las cunetas.

Los lagos canadienses son otro capítulo de ensueño: Moraine, Louise y Peyto en Banff, Maligne en Jasper, Esmeralda en Yoho… En verano puedes darte un chapuzón en sus enormes espejos turquesa de agua dulce rodeados de montañas. No desaproveches la oportunidad de relajarte en la isla Manitoulin, la mayor isla de agua dulce del mundo, ubicada en el corazón de los Grandes Lagos.

Las Montañas Rocosas son la joya del oeste: el Parque Nacional Jasper brilla como estandarte de aventura. Senderos, torrentes, glaciares y nieve te esperan para esquiar, caminar o simplemente suspirar frente al paisaje. En la costa oeste, la Columbia Británica te reta con surf junto al bosque templado, olas saladas y arena, en escenarios tan salvajes como relajantes.

Las Cataratas del Niágara, compartidas con Estados Unidos, son otro icono imperdible: en cuanto a volumen, a esta atronadora cascada no la supera ninguna otra en Norteamérica. Verla de cerca es dejarse envolver por el rugido del agua y el rocío en el rostro, una experiencia poderosa y única.

Si alzas la mirada en latitudes árticas, las noches se iluminan con las auroras boreales y la presencia potente de osos polares. Y no olvides Haida Gwaii, ese archipiélago mágico donde gigantescos cedros y piceas abrazan costas agrestes; águilas calvas sobrevuelan los bosques antiguos mientras orcas y leones marinos emergen en el mar.

Y luego están bellas ciudades: Vancouver, relajada metrópoli amante del cóctel que rezuma belleza entre el océano y las montañas; Calgary, puerta de las Rocosas; Ottawa, capital llena de historia; Toronto, vibrante y cosmopolita; Quebec, de europeo ambiente urbano, posee un casco antiguo que invita a perderse entre tabernas con encanto y tomarse un café au lait con un bollo o un plato de poutine para reponer fuerzas tras tanto por ver y hacer.

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Entre junio y septiembre, cuando las regiones septentrionales se deshielan y los días son soleados y agradables.