Una lágrima en el Índico llena de vida. Selvas, templos, playas y plantaciones de té se entrelazan en un paisaje donde cada mirada cuenta una historia ancestral.

Sri Lanka tiene un magnetismo y una magia que engancha a todo aquel que se deja caer por La Perla del Índico, un lugar que lo tiene todo: playas infinitas, ruinas eternas, selvas exuberantes y una fauna salvaje capitaneada por multitud de elefantes que parece salida de un documental, todo ello envuelto entre la amabilidad contagiosa de sus gentes y la espiritualidad que se respira en cada rincón.
Recorrer la lágrima de la India es dejarse llevar por un ritmo sereno y lleno de contrastes: desde los templos ancestrales de la antigua Anuradhapura, donde el tiempo parece detenido, hasta la mítica roca de Sigiriya, que se alza majestuosa entre la jungla. En Kandy, entre montañas y plantaciones de té, el sagrado Templo del Diente de Buda late como corazón espiritual de la isla. Y en Nuwara Eliya, el paisaje se transforma en un mar de verde intenso, donde nace el afrutado té de Ceilán, considerado uno de los mejores del mundo.
El trayecto en tren a Ella, cruzando viaductos y bosques de niebla, es una experiencia inolvidable. La naturaleza aquí no es solo un decorado: en el Parque Nacional de Udawalawe te cruzarás con elefantes, cocodrilos, búfalos, leopardos y monos en su hábitat natural. Siente la conexión más pura con este entorno salvaje a lomos de un elefante en libertad, atravesando pantanos y marismas. En el sur, el espectáculo continúa con el avistamiento de ballenas en Mirissa o sesiones de surf en la bahía de Arugam.
La fortaleza colonial de Galle, con sus murallas junto al mar, es un vestigio bien conservado del pasado holandés, repleto de callejuelas adoquinadas, casas coloniales y cafés con encanto. El Pico de Adán, lugar sagrado para varias religiones, ofrece una ascensión nocturna inolvidable que culmina con vistas espectaculares al amanecer. Y Colombo, capital cosmopolita y llena de contrastes, combina arquitectura colonial, templos, mercados tradicionales y una escena gastronómica en plena efervescencia.

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Sri Lanka goza de un agradable clima tropical durante todo el año. Hay que tener en cuenta la época de monzones: monzón noreste, que afecta a las costas norte y este entre noviembre y enero; monzón del suroeste, que afecta a las costas sur y oeste entre mayo y agosto; y un periodo entre monzones en octubre, caracterizado por intensas lluvias en toda la isla.