Un equilibrio perfecto entre la quietud de un jardín zen y el ritmo frenético de una metrópolis brillante. Belleza, orden, tradición y modernidad en un país donde todo tiene alma.

Viajar a Japón es sumergirse en un mundo donde lo ancestral y lo futurista conviven en perfecta armonía. Desde la precisión de los trenes bala hasta la calma de un jardín zen, cada instante en el país del Sol Naciente es un contraste fascinante. La esencia del honor, la estética en cada gesto, la hospitalidad silenciosa y elegante… Darte un baño relajante en un onsen al aire libre entre montañas, dormir en un ryokan tradicional con tatami y futón o recorrer los majestuosos Alpes japoneses son experiencias únicas e inolvidables que conectan cuerpo y alma.

Y como guardián de esta tierra de contrastes, el imponente Monte Fuji se alza con su cima nevada como símbolo sagrado de belleza y equilibrio. Admirarlo desde el lago Kawaguchi o escalar sus laderas durante la temporada oficial es uno de esos momentos que permanecen grabados para siempre.

Pasea por el bullicioso Tokio, entre neones, tecnología y barrios como Shibuya o Akihabara, epicentro del mundo anime y otaku. Luego, busca la serenidad de Kioto, antigua capital imperial, donde las geishas aún caminan por Gion y los templos y jardines hablan con la luz del atardecer.

Explora los paisajes del Camino Kumano, la artesanía de Takayama y Kanazawa, y revive el Japón feudal entre las casas de madera de Tsumago y Magome, en la ancestral ruta Nakasendō. Frente al imponente Gran Buda de Nara, sentirás la espiritualidad en estado puro. Al sur, Hiroshima recuerda la resiliencia del pueblo japonés, mientras que Naoshima combina arte moderno con paisajes minimalistas. En el norte, Hokkaido ofrece volcanes, lagos y una naturaleza virgen ideal para amantes del aire libre.

El país nipón es también su rica gastronomía, todo un arte. Mucho más allá del sushi, cada plato es equilibrio, pureza y sabor. Desde un tazón humeante de ramen hasta la delicadeza del kaiseki, comer en Japón es rendirse a una sinfonía de texturas y aromas. Todo ello sin olvidar acompañar una buen plato japonés con sake, la bebida más famosa de Japón —de gran importancia cultural por extensión a la gastronomía, a su religión sintoísta, a símbolos de unión y a rituales tradicionales—.

Japón es un viaje a lo desconocido, una lección de belleza, respeto y asombro; un universo que envuelve los sentidos y transforma el alma por su cultura, historia y su forma de mirar el mundo.

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Primavera y otoño son las mejores estaciones para viajar al país nipón, ambas con un clima agradable y temperaturas suaves, perfectas para explorar el país: en primavera, Japón se tiñe de rosa con la floración de los cerezos; en otoño, el paisaje se transforma en un abanico de intensos tonos rojos, naranjas y dorados que parecen sacados de una película de Ghibli.