Allí donde las tradiciones maoríes se mezclan con una naturaleza desbordante, los paisajes van del hielo a la selva, de la costa salvaje a los lagos tranquilos, componiendo un destino que parece sacado de otro mundo.

Un país que parece diseñado por la imaginación más salvaje: mesetas volcánicas donde viven aldeas maoríes que conservan intacta su esencia ancestral, ríos turquesa que serpentean entre bosques de hayas y playas paradisíacas ocultas tras cuevas que parecen la entrada a otro mundo. Desde los fiordos majestuosos del estrecho de Milford hasta las cascadas escondidas entre montañas glaciares, la naturaleza aquí no se contempla: se vive. Por ello, no es de extrañar que estas tierras dieran vida a la Tierra Media: basta un vistazo para entender por qué fue aquí donde comenzó el viaje de la Comunidad del Anillo.

En Rotorua, los géiseres y aguas termales burbujean junto a los ecos del pasado maorí. Las cuevas de Waitomo, iluminadas por diminutos gusanos de luz, ofrecen una experiencia subterránea casi mágica. El Parque Nacional Abel Tasman sorprende con exuberantes colinas con calas de arena dorada, mientras Otago central invita a recorrer su vía verde en bicicleta para disfrutar de algunos de los parajes más bellos del país aprovechando para tomar por el camino un vino de la región vinícola más elogiada. Queenstown, célebre por ser el lugar donde nació el puenting, invita a lanzarse desde acantilados o deslizarse entre picos nevados.

Pero este país de contrastes no solo deslumbra por su naturaleza: también sorprende con sus ciudades llenas de carácter. Wellington, acurrucada entre colinas y mar, es una capital compacta y encantadora, con una vida cultural vibrante y cafés creativos. Más al norte, Auckland, erigida sobre los restos de volcanes extintos, combina playas urbanas y una energía que se respira en sus mercados, galerías y terrazas junto al mar.

Y al norte, Bay of Islands regala islas verdes y mares tranquilos, ideales para navegar, soñar o simplemente dejarse llevar. Un lugar donde cada rincón cuenta una historia y cada paisaje recuerda a escenas de película.