Un país donde la herencia vikinga convive con la elegancia del diseño y la calma nórdica.

Dinamarca es el puente entre Escandinavia y la Europa septentrional. Copenhague, una de las ciudades más modernas y accesibles de Europa, floreciente escena de diseño, conserva gran parte de sus primores históricos. El país posee gran cantidad de joyas culturales, como en las ciudades de Odense y Aarhus y el fabuloso castillo del siglo XVI, el Kronborg Slot, famoso porque Shakespeare lo convirtió en la morada de Hamlet. No menos interesantes son sus lugares y objetos de interés histórico: cámaras funerarias neolíticas, ruinas y tesoros vikingos de los tiempos en que Dinamarca señoreaba los mares. Es además un destino que alberga numerosos espacios naturales protegidos, y el Parque Nacional del Mar de Wadden es uno de los más destacados. La isla de Møn y el archipiélago de las Islas Feroe ofrecen un entorno intacto, compuesto por 18 islas unidas por túneles, donde maravillarse con cascadas, imponentes acantilados y una gran variedad de aves marinas. De gran importancia es también explorar lugares únicos como la isla de Bornholm o la encantadora isla de Ærø. De mención especial son el parque temático de Legoland, en Billund (un mundo en miniatura creado con piezas de Lego ubicado en el país que vió nacer a uno de los juguetes más populares del mundo), la icónica Sirenita, en Copenhague, y los deslumbrantes Jardines de Tivoli, lugares que desde luego no te dejarán indiferente.