Un pueblo apasionado y una cultura, unos paisajes y un estilo de vida que capturan la imaginación y deparan muchas sorpresas.

Al este del Mediterráneo se esconde una isla que combina historia milenaria, paisajes de ensueño y una cultura vibrante. Entre ruinas que narran mitos griegos y huellas de antiguas civilizaciones, cada rincón invita a descubrir.

Nicosia, la última capital dividida del mundo, ofrece un cruce de culturas fascinante, especialmente al adentrarse en su ciudad vieja del norte, donde las calles respiran pasado otomano y tradición chipriota. En la costa, Larnaca mezcla lo tradicional con lo moderno, mientras Limassol revela su pasado como enclave comercial y portuario.

Más al oeste, el puerto viejo de Kyrenia se abre entre murallas y barcos de madera, evocando épocas cruzadas de historia. Las aguas cristalinas de Ayia Napa y Pafos invitan a sumergirse en la tranquilidad del mar, mientras que el yacimiento arqueológico de Pafos recuerda la grandeza de la antigua Roma con mosaicos que aún conservan su esplendor. Muy cerca, Petra tou Romiou —la roca de Afrodita— se erige como el mítico lugar de nacimiento de la diosa, donde leyenda y mar se funden.

Tierra adentro, las montañas de Troodos despliegan un paisaje de senderos, cascadas y pueblos con sabor auténtico. Al norte, la antigua ciudad de Salamis revela templos, teatros y columnas frente al mar. En la costa occidental, la playa de Lara protege a las tortugas bobas que aún desovan bajo la luna.

Y entre tanta riqueza natural y patrimonial, la gastronomía pone el broche de oro: ¡marchando una de meze de ensalada y queso feta, setas al limón y mousaka! Chipre no solo se recorre: se saborea, se respira y se siente. ¿Te animas a conocer el otro Mediterráneo?

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Junio, julio y agosto, cuando los días son soleados y cálidos, siendo también buen momento entre marzo y mayo y entre septiembre y octubre, con temperaturas más suaves.